Justicia para las AMAS de CASA 2


SENTENCIA DE DIVORCIO

Se presentan ante el juez una pareja con sus respectivos abogados, ya que están en trámites de divorcio. El abogado de la mujer reclama para la mujer el 50% de la venta de la casa, propiedad de los dos cónyuges, así como una pensión de por vida por la cantidad de $500.00 que según enumera, será para cubrir los gastos de electricidad, teléfono, y una pequeña lista de gastos mensuales.

El abogado del hombre protesta, alegando que el hombre no tiene ninguna obligación hacia su mujer toda vez que ya los hijos son mayores de edad, y están casados y que ella bien puede ir a trabajar y mantenerse por sí misma y que ella nunca contribuyó a la manutención de la casa, ni aportó ningún dinero para la compra de la misma.

El juez escucha ambas partes y se queda indeciso por un momento leyendo los documentos. De pronto, se escucha a la mujer llorando y el juez le dice:
– ¿Qué le pasa señora?

– Señor Juez, yo creo que es cierto. Así que voy a aceptar la sentencia de divorcio sin ninguna obligación de parte de mi marido hacia mi persona. Después de todo, yo bien pudiera ser una mujer profesional e independiente.

El juez le pregunta:
– ¿Y por qué usted no se convirtió en una mujer profesional e independiente? ¿Hay alguna razón que se lo impidiera?

– Realmente, Señor Juez, no había ninguna, fueron decisiones tomadas por mi voluntariamente.

– ¿Me pudiera ser mas explícita y enumerarme las razones esas que Ud. alega?

– Bueno, cuando me casé, yo acababa de graduarme de la secundaria. Mi intención había sido estudiar enfermería, pero no había dinero para pagar los gastos de dos personas estudiando, así que yo le dije a mi esposo que estudiara él y luego lo haría yo…

– Bien, ¿y qué pasó que cuando él se graduó de ingeniero, por qué Ud. No estudió?

– Pues, verá, él me pidió que tuviéramos nuestro primer hijo, ya que llevábamos cinco años casados y aún no lo habíamos tenido.

– ¿Y qué pasó después?

– Nada, el niño nació, él no quería que el niño fuera a ser cuidado por personas extrañas, y yo entendí que él tenia razón, que con lo que él ganaba nos podíamos remediar ya que él ganaba muy buen sueldo. Así que decidí quedarme en la casa con nuestro hijo.

– ¿Y qué sucedió luego, cuando el niño creció, por qué no fue a estudiar?

– Nada, que ya para entonces tenía dos hijos más…

– ¿Dos más?

– Sí, es que Ud. verá, cuando tuvimos el primer hijo, mi esposo me dijo que debíamos tener un segundo para que el niño no se quedara sin hermanos, así que tuvimos el segundo tres años después, pero era otro varón…

– ¿Y…, qué tenía…, eso que ver…?

– No, no había ningún problema, estábamos muy felices, pero mi esposo me dijo que para que la felicidad fuera completa, debíamos tratar de tener una niña…

– ¿Y…?

– Pues cuando el segundo hijo tenía ya 4 años, quedé embarazada y tuve a la niña…

– ¿Y entonces por qué no estudió cuando ella creció?

– Porque no había quién llevara al mayor a las prácticas de pelota…, ni los llevara a la escuela, pues el autobús los dejaba muy lejos de la casa. Temiendo por su seguridad, mi esposo y yo decidimos que yo les llevaría a la escuela y les recogería… Así las cosas, dejaba al mayor en su colegio seguía con el segundo para la escuela básica y regresaba a la casa con la niña a preparar todo para la tarde. Cuando les recogía, dejaba al mayor en las prácticas de judo y al otro en las de football y seguía con la niña para las de ballet.

– Entonces, siguió Ud. posponiendo su educación…

– Sí, Señor Juez, lo hice de propia voluntad.

– ¿Y cuando sus tres hijos se fueron independizando, por qué no regresó a la Universidad?

– Para entonces la madre de mi esposo había enviudado, se enfermó y necesitaba de alguien que la cuidara, así que, hablamos del asunto y llegamos a la conclusión que no la íbamos a poner en un hogar de cuidado, si no, que la traeríamos a vivir con nosotros, ya que los hijos estaban fuera.

– ¿Y cuánto duró esta etapa…?

– Bueno, unos seis años. Ella tenía Alzheimer y como la cuidábamos tan bien, pues su decadencia no fue rápida, se tomó bastante. De hecho, murió de un ataque al corazón, después que llegamos del paseo que todas las mañanas dábamos por el barrio. Ud. sabe, a ella le encantaba darle de comer a las palomas en el parque…

– ¿Y mientras tanto, quiero decir, durante todos esos años, había alguien que le ayudara…?

– ¿Ayudarme…? ¿A qué…?

– Pues a limpiar la casa, cocinar, quiero decir, las labores normales de un hogar…

– No, realmente, mi esposo ganaba muy buen sueldo, pero figúrese, eran tres hijos que criar, educar, el costo de la vida cada vez subía más, yo trataba de ahorrar, pero…

– ¿Y cómo Ud. ahorraba…?

– Pues, en lugar de llevar la ropa a la lavandería, yo lavaba en casa, planchaba la ropa de mi esposo y los muchachos, arreglaba el jardín…, esto era lo que me costaba más esfuerzo, pues yo tengo problemas de columna…, pero siempre una hace su esfuercito y le aseguro que nuestro jardín no tenía nada que envidiarle al de nadie en nuestra calle.

– ¿Y quién cocinaba, Ud. también…?

– Por supuesto, mi esposo odiaba la comida de los restaurantes, como él tenía que almorzar fuera con sus clientes tantas veces, pues decía que nada como la comida que yo le preparaba…

– Y por supuesto, Ud. no iba a esas comidas.

– ¿A qué comidas…?

– A las de su esposo con sus clientes…

– No, no tenía tiempo… Precisamente, fue en una de esas comidas que conoció a Sofía…

– ¿Sofía? ¿Quién es Sofía?

– Su novia, la joven con quien se va a casar cuando terminemos el divorcio.

– ¿Y cómo como Ud. sabe que se va a casar con ella?

– Porque me encontré con ellos en casa de unos amigos comunes el día que estaban dando la noticia de su compromiso.

El juez se quedó mirando a la mujer y al ex esposo. Se levantó, cogió las carpetas con todos los papeles y se retiró. Todos se quedaron mirándose unos a otros, alguno encogió los hombros y se sentaron a esperar que regresara. Al poco rato el juez regresó. Se sentó y se ajustó las gafas. Entonces, cerró las carpetas, los puso a un lado y dijo:

– Señora, yo he revisado cuidadosamente estas demandas. Y he llegado a las siguientes conclusiones: 1ro. El divorcio se le adjudica con fecha efectiva a partir de hoy. 2do. Su esposo “no” tiene que pasarle una pensión. Al oír estas dos decisiones, el abogado y el marido se miraron con inteligente regocijo.

Pero el juez prosiguió… 3ro. Ud. se queda de dueña absoluta de su casa, el Mercedes Benz propiedad de su ex esposo, la cuenta de ahorros, la de cheques, las cuales pondrá a su nombre inmediatamente y de las cuales él no puede tocar un centavo o lo tendrá que devolver, así como la declaro beneficiaria absoluta de sus seguros de vida, de sus planes de retiro, así como es obligación de su esposo seguir pagando por su seguro médico hasta que Ud. muera.

Mi decisión se basa en que sumando los sueldos que como manejadora, cocinera, chofer, servicios de lavandería y de jardinería, enfermera, etc. usted prestó a su esposo, incluyendo hijos y suegra… Esta decisión será apenas una retribución parcial de salarios retenidos por los veintiséis años de servicios ininterrumpidos que Ud. ha prestado.

Como hay que ser objetivos, sabemos que su esposo no podría cumplir con esta deuda, de ahí que pague lo que, si bien no es suficiente, será relativamente justo.

En adición, el pagará por sus gastos de educación, transportación y libros si Ud. decide regresar a la universidad a estudiar la carrera que Ud. escoja!

¡HE DICHO!

(Caso de la vida real. Enero /2003) Corte de la familia Sidney, Australia.

Fuente: Colegio de Abogados de Caracas. (Recibido por el especialista en un correo, no he confirmado la fuente)


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2 Comentarios en “Justicia para las AMAS de CASA

  • Unknown Unknown Unknown Unknown

    Demasiado bueno… mi Padre es un Hombre ejemplar y digno de una Orden por Mérito al trabajo, Moral y buenas costumbres.. y todo se los debo a ellos…. pero el Post me hace recordar a mi Madre…

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